Las causas de la enfermedad según la Medicina Tradicional China

Las causas de la enfermedad, podemos definirlas como los "demonios" que nos quitan la salud. Hay demonios externos e internos.

Causas Externas o Exógenas 

Las principales causas externas son los climas extremos. Hay que tener en cuenta, que según la Medicina Tradicional China (MTC), no son buenos los excesos. Hay que buscar siempre el punto medio. Ni mucho calor, ni mucho frío, ni un exceso de humedad, ni de sequedad.

El viento desmedido también es fuente de enfermedad. En este caso, el viento se corresponde con el elemento Madera, de ahí que afecte, entre otras cosas, al hígado. Aunque en líneas posteriores entraremos en los detalles. Dentro de la Medicina Tradicional China se da una enorme importancia al Viento con mayúsculas, y existe pleno convencimiento de que es el causante de múltiples enfermedades. Se acusa a las épocas ventosas, como la primavera, de provocar, por ejemplo, gran número de infartos cerebrales. Aunque esto no es algo que nos extrañe. ¿A quién no le pone nervioso estar sometido a un viento huracanado durante un tiempo prolongado?

Los cinco demonios externos  más importantes son, pues: la Humedad, el Calor, la Sequedad, el Frío y el Viento.

Hay otros factores externos como los microorganismos, los virus y bacterias, que deben ser repelidos por el sistema inmunitario. La contaminación medioambiental o el humo del tabaco también serían causantes de enfermedad. Lo mismo que una guerra o ataque. Son agresiones que llegan del exterior, y que a veces son circunstancialmente inevitables.

Causas Internas o Endógenas

Como causas internas destacan las emociones incontroladas y el estrés. Los traumas de los que no logramos liberarnos son agentes patógenos de primer orden.

Aquí también tenemos otras cinco emociones dañinas: Reflexión, Alegría, Tristeza, Miedo y la Ira.

Nuestro cuerpo prácticamente no ha evolucionado a nivel físico, pero sí que hemos sufrido una enorme evolución cultural a lo largo de los milenios. Por eso nos enfrentamos a las situaciones de estrés como si estuviésemos en una lucha por nuestra vida.

Reaccionando, por tanto, de manera desproporcionada: generamos toda una cascada hormonal que nos vendría muy bien para evitar la muerte, pero que es un peligro para alguien que no corre riesgos físicos reales. Son esos <<demonios>> que nos ha regalado nuestro proceso evolutivo.

Si aceptamos que somos seres muy evolucionados culturalmente, pero que prácticamente no hemos cambiado nuestro genoma desde la prehistoria, entenderemos que vida sana significa vida alejada en lo posible de los excesos.

Aunque no hay que olvidar que la mente humana seguirá siendo la mejor garantía de adaptación al medio. La naturaleza nos ha dotado de una capacidad innata para la disciplina que no poseen otros animales. Por eso, en nuestra mente tenemos las herramientas perfectas para compensar nuestro actual desajuste. Es solo una cuestión de convicción y voluntad.

El equilibrio del Qi es la quinta esencia de la salud.

La digitopuntura y las demás enseñanzas de la Medicina Tradicional China son una buena forma de compensar conscientemente el desequilibrio entre nuestra realidad corporal y nuestro estilo de vida.

Las emociones desaforadas, una manera excesiva de comer o una sexualidad descompensada, supondrían también una agresión a nuestro propio organismo. En general, todo aquello que nos aleje de la estructura primigenia de nuestras necesidades corporales puede considerarse de cierto modo una forma de autoagresión. La cólera reprimida puede dañar el hígado, mientras que la pena o la alegría excesivas suponen un peligro para un corazón debilitado. El miedo sería perjudicial para los riñones, etc.

Tanto los demonios externos como internos no suponen mayores problemas al organismo, siempre y cuando este tenga tiempo de reponerse. De hecho, el paso de las estaciones, el frío y el calor, los cambios de ánimo, son partes esenciales de una vida plena.

El problema surge cuando el estilo de vida o las circunstancias medioambientales suponen un bombardeo constante a nuestra salud.

Cuando un órgano o meridiano está debilitado por condicionantes externos o internos, será más fácil que enferme.